Pie de foto: El nuncio del Papa, Manuel Monteiro, entrega el báculo a Lorca Planes en presencia del cardenal Rouco Varela.
Pasaban pocos minutos de las once de la mañana, del 1 de agosto de 2009, cuando el nuevo obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, franqueó las puertas del Palacio Episcopal y, acompañado por un río de sacerdotes y obispos, recorrió la plaza de Belluga hasta la Catedral para tomar posesión de su cargo. Lo hizo con un mensaje de unidad y comunión tras meses de polémicas a cuenta de la titularidad de la UCAM. «A ningún cristiano le estará permitido sembrar divisiones sin que se resienta lo más hondo de su conciencia y sin que se resienta la comunidad eclesial», advirtió ante cerca de dos mil fieles que desafiaron al intenso calor, según las cifras facilitadas por el Obispado.
Mons. Lorca Planes estuvo arropado por el Nuncio del Papa en España, Manuel Monteiro de Castro, y por las dos figuras más relevantes de la iglesia española en estos momentos: los cardenales Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, y Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos. Veintitrés obispos (entre ellos Reig Pla, antecesor de Lorca Planes) cuatro arzobispos (entre ellos Manuel Ureña) y varios centenares de sacerdotes concelebraron la eucaristía.
http://www.populartv.net Solemne Celebración Eucaristía de Inicio Ministerio Pastoral de Excmo. y Rvdmo. Monseñor D. José Manuel Lorca Planes, desde la Santa Iglesia Catedral de Murcia.
El nuevo obispo recordó a los fieles que «lo que importa es que vosotros llevéis una conducta digna del Evangelio de Cristo, teniendo un mismo sentir, un mismo amor, un mismo ánimo, y buscando todos lo mismo». Habló de «tiempos difíciles de secularismo, desconfianzas, desesperanzas, de la dictadura del relativismo», y animó a creer «en la acción y en el coraje que os da el Espíritu contra el desengaño, la desilusión, el conformismo, la calumnia, la falta de responsabilidad, la pasividad, el desaliento, la dulce mediocridad, la rutina, donde pueden estar instalados muchos de nuestros conciudadanos».
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